Cumple 250 años la Parroquia más antigua de Buenos Aires

La parroquia más antigua de Buenos Aires, que significó la primera «extensión de la Catedral hacia los barrios más humildes» de la acotada geografía urbana de fines del siglo XVIII cumple 250 años de funcionamiento.

Se trata de la parroquia de la Inmaculada Concepción de Avenida Independencia 910 (y Tacuarí) que si bien ediliciamente es más moderna que otros templos como San Ignacio, se considera la «decana» de las parroquias porque institucionalmente fue designada como tal el 3 de noviembre de 1769, sesenta años antes que el templo jesuítico cuya primera construcción -no obstante- data de fines del siglo XVII.

Y a pesar de que por el mismo decreto fueron elevadas a la jerarquía de parroquia otras tres iglesias, la Inmaculada es la más antigua porque en 1749 ya era viceparroquia de la Catedral y su pasado como capilla se remonta a 1733.

«Hasta 1769, toda la ciudad era una sola parroquia, que era la de la Catedral. Había otras de campaña pero estaban fuera del tejido urbano, que era muy pequeño y no llegaba más allá de lo que hoy es Lima», dijo a Télam el párroco Gonzalo Benites.

«Patrimonialmente, lo más importante de la Inmaculada es la iglesia misma por lo que representa en la historia de la diócesis: la extensión de la atención pastoral directa a un sector con toda clase de carencias y haber sido la primera de administrar sacramentos en el corazón de un barrio humilde», dijo a Télam la secretaria de la Comisión de Bienes Culturales de la Conferencia Episcopal Argentina, Vanesa Pedreira.

Dentro de la población vulnerable atendida inicialmente por esta parroquia, estaba «la población negra» que allí residía por ser «una zona de hornos ladrilleros y panaderías que requerían mucha mano de obra» pero también de «libertos pobres que se instalaban en el lugar» por ser terrenos anegadizos de menor valor, contó Benites.

«De hecho la puerta lateral de Tacuarí era conocida como «‘la de los negros», explicó el párroco.

Hasta mediados del siglo XIX, los bautismos, matrimonios y defunciones de los «no blancos o criollos» se registraron «separadamente», en actas que aún pueden rastrearse en los libros más antiguos del archivo de la parroquia cuyos lomos tienen la leyenda «Color».

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