Iglesia y Convento de Santa Catalina de Siena

La Iglesia y Convento de Santa Catalina de Siena es una de las iglesias más emblemáticas de la ciudad de Buenos Aires. Detrás de este edificio hay innumerables historias que contar, especialmente la historia de su construcción e inauguración.

Historia de Santa Catalina de Siena

Al igual que Nuestra Señora de los Remedios y San Miguel Arcángel, la Iglesia y Convento de Santa Catalina de Siena nace primero en el sur, luego se traslada al norte.
El padre Dionisio Torres Briceño, descendiente de Antonio del Pino, primer herrero de Buenos Aires, sacerdote y doctor en teología, inicia durante un viaje a Madrid las gestiones necesarias para la erección de un convento de monjas en Buenos Aires. En 1717 una Real Cédula lo autoriza a erigirlo con monjas de Santa Catalina de Siena. Briceño, teniendo en cuenta el nombre de la ciudad (La Trinidad) había propuesto que fueran Trinitarias Descalzas.


Briceño regresa a la ciudad en 1723, compra esclavos albañiles y un solar en la esquina noroeste de México y Defensa, haciendo cruz con el del Hospital de San Martin. Por el paga $1150 a la Compañía de Jesús. Más adelante compra el solar lindero a Doña Inés de Zabala. Inicia las obras con ladrillos que adquiere en los hornos de Doña Inés de Zamudio e hijos, siendo mayordomo de la misma don Francisco Medina.
Había traído elementos de Europa entre ellos dos campanas que cede en préstamo a la Catedral, una de las cuales, le es devuelta rajada.
En 1727 aumenta el solar con la compra de un terreno sobre México que llega a Bolívar, propiedad de una prima suya Josefina Morón.
Pero el comienzo de las obras recién ocurre en 1727, así el 24 de Mayo, al albañil Juan Preciado empieza la apertura de los cimientos. Los planos supuestamente son de Blanqui. El 9 de Octubre se pone la piedra fundamental, la cual es, en realidad, una plancha de plomo, hallada en 1896 al derribar la casa de Aoiz, de 42 xm por 35 com con un peso de 12 kg. De la carpintería se ocupa Juan Dubeq. Narbona vende tirantes para la obra.
El 24 d Abril de 1728 muere Torres Briceño en su casa de la calle México 436 (numeración actual). Situada frente a las obras, siendo selultado en la Iglesia Nuestra Señora del Rosario. Durante su sepelio tañeron las camapanas de todos los templos de la ciudad.
Comienza entonces el conflicto ya que, consultados Petraca y Prímoli opinan que el terreno es chico, que la Iglesia es defectuosa y aconsejan erigirla en otro sitio. No estaba muy errada su opinión ya que la nave medía unos 38 metros por casi 7 de ancho. La obra se suspende y comienza un entredicho con el gobernador Zabala con el Cabildo de Buenos Aires. Interviene hasta el Rey de España quien emite una Real cédula la cual ordena la prosecusión de las obras. Siguen los peritajes y los informes hasta que en 1737 a casi 10 años de paradas, se «licita» la obra, siendo el único que se presenta Juan Narbona. Ofrece construir el templo y convento por 50.000$. Ante la poca cantidad de ofertas se hace una nueva licitación y Narbona vuelve a ser el único que se presenta. Narbona se inclina por el cambio de lugar, entonces la discusión continua.
El gobernador Salcedo corta por lo sano y ordena el cambio el 25 de Septiembre de 1737. El pleito termina con una Real Cédula de 1764. Se compra así, una manzana llamada «el campanero» en Viamonte – San Martín -Córdoba – Reconquista propiedad de las hijas de Pedro Cueli, rico vecino de la ciudad.
Hay una discusión por el precio que Salcedo impone fijando un precio que se debe respetar. El Cabildo se sigue oponiendo pero su voz no es tenida en cuenta. De todas maneras se inicia la obra en 1738 con planos de Blanqui o Prémoli.  Lo primero habitable que se hace es el Convento y así en 1745 se pide que las monjas vengan desde Córdoba designándose al Vicario J.A. Espinosa y al presbítero Juan Guillermo González y Aragón (Bisabuelo del General Belgrano) para que las acompañen.
Vienen a cargo de la superiora madre Ana María de la Concepción (hermana del Obispo Arregui) y como superiora a la Hermana Gertrudis de Jesús (hija de la primera y sobrina del Obispo). Los acompañan otras tres monjas hermanas Catalina de San Laurel, Ana de la Concepción y María Josefa de Jesús. Llegan a Luján donde son jubilosamente recibidas y arriban a La Trinidad el 25 de Mayo de 1745. Se alojan en México 436 trasladándose el 21 de Diciembre al Convento.
Hay 3 días de festejos, van a la Catedral que está repleta de gente, de allí en procesión encabezada por el Obispo que lleva el Sagrado Sacramento. Calles cubiertas de flores y casas engalanadas; tedeum en Santa Catalina de Siena y luego festejos. Es el convento de monjas de la Trinidad

Bibliografía: Libro: «Las iglesias de la ciudad de Buenos Aires (1536-1810)» Capítulo XIII. Autor: Julio Luqui Lagleyse. Editorial: Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires.

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